The Frontenac

Viví en un precioso estudio soleado en el último piso del Frontenac durante aproximadamente un año y medio, y todavía me invade la nostalgia a veces. El edificio es antiguo, pero está muy bien conservado, lo que hace que sus detalles clásicos sean realmente encantadores. Mi estudio tenía una distribución que me daba la sensación de tener una cocina y una sala de estar separadas; me encantaba que hubiera una ventana en el baño y en la cocina, y tenía una terraza acristalada independiente. El servicio de mantenimiento era rápido y amable, y me gustaba el sistema de entrega de paquetes. Además, el alquiler está controlado, y el contrato pasa a ser mensual después de un año, lo cual era genial. Me mudé únicamente porque mi situación personal estaba cambiando, pero siempre guardaré un grato recuerdo de mi primer apartamento en Washington D. C.

No tengo palabras para describir lo maravilloso que es este complejo. La comunidad es muy amigable y te hace sentir como en casa. El edificio es antiguo, pero el mantenimiento es excelente y las cocinas y los electrodomésticos están renovados, lo cual es una gran ventaja. Me encanta que admitan gatos y que no cobren tarifas excesivas por mascotas. El servicio de mantenimiento es fantástico y solucionan los problemas rápidamente. También me encanta que sea un apartamento tranquilo (las paredes son gruesas) y que todos se respeten mutuamente. Vivía en otro apartamento al otro lado de la calle, que era horrible, ¡y me alegro mucho de haber encontrado Frontenac!

Llevo viviendo en este edificio de apartamentos unos siete años y tiene una excelente relación calidad-precio. Los apartamentos son espaciosos y las paredes son muy gruesas. Casi nunca oigo a mis vecinos a menos que estén hablando justo afuera de mi puerta. El personal es amable y muy atento. Aunque no es un rascacielos nuevo de lujo, el personal hace un excelente trabajo de mantenimiento de la propiedad. He recomendado este lugar a varias personas.

Con solo entrar al Frontenac, uno se percata del encanto histórico del edificio; las columnas frontales invitan a un vestíbulo profusamente decorado que nos transporta a la década de 1930. Los apartamentos son espaciosos y llenos de carácter, con bonitos suelos de madera y arcos. Cada uno cuenta con un solárium junto a la sala de estar, que deja entrar abundante luz. Sillas y mesas adornan la azotea, que ofrece unas vistas decentes de Washington, con el Monumento a Washington, la Catedral Nacional y la Universidad Católica a la vista. El barrio que rodea el edificio está arbolado, y aunque hay muchas casas en los alrededores, a lo largo de la Avenida Connecticut, junto al edificio, se encuentran docenas de restaurantes y tiendas. Este edificio realza lo mejor de vivir en una zona suburbana de Washington, D. C.

Había buscado entre muchos estudios en la zona de Washington D. C. y ninguno se comparaba con el Frontenac. El vestíbulo es precioso, la lavandería y el patio de la azotea increíbles, y el apartamento es espacioso, soleado y está bien cuidado. Un apartamento perfecto.