Big Sky

La otra reseña debe ser de la administración anterior, porque este lugar no se parece en nada a esa reseña. El apartamento estaba impecable cuando me mudé. Nunca he visto insectos en el apartamento, jamás. La Fase 1 (los apartamentos más antiguos) todavía está prácticamente nueva. El servicio de mantenimiento viene al día siguiente, incluso para reparaciones de baja prioridad. El personal de la oficina se esfuerza mucho por organizar eventos para la comunidad, fomentando la convivencia, y se preocupan por conocer a los residentes. La comunidad es tranquila y muy agradable, con una buena mezcla de familias jóvenes, algunos estudiantes de posgrado y solteros de todas las edades. Siempre te sientes seguro aquí. Las vistas son espectaculares, y es posible que llegues tarde al trabajo absorto en el paisaje desde el porche. El personal de mantenimiento recorre el complejo diariamente para recoger la basura. El gimnasio abierto las 24 horas es nuevo e impresionante (las fotos publicadas no corresponden al gimnasio actualizado) y, lo mejor de todo, nunca está lleno. El único inconveniente es que la empresa Park Properties aumenta el precio de los apartamentos anualmente. Las recepcionistas son excepcionales y se preocupan por su trabajo y por los inquilinos. Incluso hay una ruta de senderismo que lleva a Betsy Bell, justo al lado del complejo.

Debo decir que me decepcionó muchísimo nuestra estancia y no la recomendaría. Al mudarnos, descubrimos que la cocina no había sido limpiada adecuadamente. El suelo estaba sucio, había basura en dos cajones y las paredes encima de los armarios estaban sucias, mientras que las encimeras y los electrodomésticos tenían una película. Uno pensaría que, al menos, se tomarían cinco minutos para inspeccionar un apartamento antes de que alguien se hiciera cargo y no confiarían en la palabra del anterior inquilino. También tuvimos el placer de descubrir que el apartamento tenía una plaga de pulgas y el personal no ofreció ninguna compensación por los gastos e inconvenientes que sufrimos al eliminarlas. Sí que nos ofrecieron un nebulizador, pero no queríamos que se manchara los muebles ni la ropa. Para colmo, un empleado de la oficina admitió saber que el anterior inquilino tenía una mascota, y ni siquiera tuvieron la sensatez de usar un nebulizador antes de que alguien se hiciera cargo. Eso debería ser una práctica habitual, de todas formas. Tras avisarnos, el “gerente“ incluso bromeó diciendo que no había que pagar por las pulgas. Puedo aguantar las bromas tan bien como cualquiera, pero ¿en serio? Totalmente poco profesional... Por suerte, no tuvimos que vivir allí mucho tiempo antes de encontrar un hogar, pero fue demasiado. Lo bueno es que Jennifer siempre fue muy servicial y no está relacionada con mis comentarios sobre el personal.